Wednesday

Casi sin aliento, camino impaciente hacia la vida que me espera. La escalera de piedra, no parece terminar jamás, es un gris opaco, el gris piedra que cargan los esclavos de corazón. He recordado, sin embargo, que únicamente uno es dueño de sus pensamientos. Me río mucho de ellos, los hacedores de escaleras, porque los pensamientos no pueden cargar piedras: no tienen brazos, tienen alas.
Está de más decir, que jamás tendrán mis pensamientos.