Ahora que es insostenible defender un yunque -por lo pesado y obsoleto-,
tengo una herida izquierda en la frente que no me deja terminar de entender:
cómo el tal dios desconocido y el diablo famoso, unen fuerzas para cobrar sus cuotas y limosnas
y jugar con los humanos a existir. Son unos estafadores del mal, esos juguetes que lucran con cultos y religiones.
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