Wednesday

La moral es árbol de moras.

Mi mamá se apagó y mi hermano también. Se extinguieron sus luces, abandonaron la vida ante mis narices como si yo no importara.
Admiro a Job pero no lo envidio y hoy en este lugar solicito su consejo; ¿Quién -aparte de las mustias moralistas Pro-vida- ríen con esto?
Hay algo peor que perder en un eterno infierno y es, que quienes amas, mueran antes que tú. No soy eterna y tal vez las profundas heridas que nos da la Diosa tierra las redima el Dios desconocido, ojalá que en cualquier cielo, infierno o mundo, los pueda volver a ver aunque sea una sóla vez más.

Antes de la recaída de mamá.


Hay tanto ruido en mi cabeza, que apenas y puedo escucharme, sigo soñando con cucarachas, serpientes, zopilotes, abejas, águilas… quiero escribir hasta estar vacía otra vez. Hasta dejar el miedo atrás. Me gustaría ser una bola mágica, saber cómo curar el corazón de mamá de una buena vez y de paso el mío.

-regreso a casa-

Entomofobia.

Soñé con una cucaracha -será que maté a una y me sientí increíblemente culpable-, además de con otros insectos que entraban por mi pierna. Relaciono los insectos con la suciedad de los más primitivos instintos, de no saberme dominar. Hoy mataría insectos a un kilómetro de distancia con saber que se acercan a mi, así, sin culpa; pero los primitivos instintos aún siguen reprimidos. Respeto la inteligencia y la resiliencia a tal grado que la rigidez estaba apoderándose de mi pierna, no conocía el discurso de la diferencia. En la lectura de trastornos mentales que me interesa en esta etapa de mi vida, encontré que sanar es imposible y que el sentido de la vida uno lo inventa como las mentiras, y eso que no sabía que meses más tarde morirían mi mamá y mi hermano. Ahora sólo quedan cicatrices de mis batallas en el mundo de los vivos, mis gigantes molinos de viento. Frida más que al comunismo me recuerda a estar viva, a estar viva aunque te sientas muerta. A vivir a colores en un mundo tan blanco pero negro. Menos blanco, estaría bien.

Lxs sin amor.

Somos sombras con poca luz, avergonzada reconozco que los patanes que elegí durante mi vida, casi me extinguen. No hablo desde una cisterna, o atada de manos y pies como ellxs, que perdieron la voz y la vida. Hablo porque la violencia en México genera cinismo, y ya tiene un rato que grito sarcástica vestida de Sor (a lxs malditxs, las monjas les dan hueva). Aquel que una noche entera pasó pidiendo a una vela porque sucedan cosas fatales, aquellos que prefirieron las drogas o el alcohol antes que a sí mismos para justificar sus agresiones, aquellos a los que les avergonzaba mi color de piel, clase social o forma de pensar y despreciaban mi amistad humillándome en público, algunos perversos, todos violentos. Todxs ellxs, esperarán no mucho por la humana justicia (siempre imperfecta, siempre histérica) porque han despertado la sororidad de mis hermanas, putas y santas, buenas y generosas y malas y vengativas. En esta, estoy con las malas y repararemos el daño a una sola voz.

Amigui.


El amigo de mi hermano, probablemente fue de las relaciones más autodestructivas de mi vida, no quisimos entender que una relación no es una competencia; él bebía mucho y yo, quería ganar. A la distancia entiendo que a quien Francisco amaba, era a mi hermano. [1]



[1] Find what you love and let it kill you. But never kill a man.


Monstruos.

Los dos teníamos 16 años y lo recuerdo víctima de un accidente que él no provocó. Cuando lo vi en el suelo, casi muerto, imaginé por primera vez a Dios y con intensa fe elaboré una ingenua oración por él. Él eso no lo supo y años después me manipuló con una, con una sola mano. Me preguntó lleno de resentimiento, si veía en él un monstruo, me llené de terror. Los monstruos sólo se ven con los ojos cerrados -pensaba en silencio- mientras el me decía que me amaba como ama la araña a la mosca, sin compasión.

Demonios.


Recuerdo cada vez más las veces que salí con The Rockstar, recuerdo que al principio era divertido y creativo, poco a poco su rostro fue cambiando por una especie de máscara[1], usaba drogas constantemente, la última vez que lo vi, utilizó demasiada cocaína y de pronto palideció hasta vomitar, en cuanto recobró la conciencia me dijo que necesitaba vomitar algunos demonios y malas vibras pero inmediatamente el demonio de la desolación lo devoró completo.



[1] Se fiel a ti mismo. O make me a mask (Dylan Thomas)


El Purgatorio.


Recuerdo haber escrito alguna vez acerca de perder siempre en un eterno infierno,  alguna vez en Mérida un hombre me dijo que el infierno consistía en una especie de jarrón del que una persona intentaba salir y en cuanto se encontraba en el borde, regresaba al principio. Pensé en ese momento, que eso sería tal vez el Purgatorio o hasta el mismo Cielo; en ese entonces tenía 28 años, y trabajaba como mesera en un Restaurante o bar llamado Frida, o alguna ironía por el estilo. Eso que describía aquel hombre, era mi vida.