Monday
Pandemia.
Una pensaría que la soledad implica estar sola, en una isla.
Hay dos que al parecer confían en mi, uno es mi perro y bueno, hoy no es un buen día para morir pero se me ocurren varias formas de escapismo pero ninguna tan fácil, escribiré para escapar.
El rostro de la pandemia es una especie de dolor inaudible, esa especie de dolor inaudible le he bautizado como soledad.
Después de todo, no es tan mala, uno se encariña con ella como con un viejo amigo.
Hoy declaro que no habito mi cuerpo, no estoy segura de quien lo habita pero promete ser alguien mejor que yo.
Renuncio a la vida, renuncio a Londres, al pasado, al futuro. El presente, el presente parece algo claro oscuro con un saludable apetito, llevaré al perro y me drogaré tantito, como dice mi mejor amigo. Aunque sea sólo de mentiritas.
Mientras tanto, mis fantasmas insisten en no venir por mi, es mi intención atravesarlos.
No termina, no termina aquí. Porque el final va distinto.
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