Saturday

El famoso libro del engaño.

Esa noche llovía y junto a la gran mesa de madera, permanecía el libro rojo con letras doradas, cursivas, grandes y elegantes. Mientras, el yunque sonreía sobre la pesada silla rústica.

Él es un hombre malo y mezquino, pero su soledad empezaba a provocarme la más lastimosa de las tristezas -pensé que el nombre del Dios que defendía, estaba lejos de ser quien ahora lo habitaba- anhelé con todo el corazón que Dios viva, por él.

En cierta ocasión, después de sus persecuciones, llegué a un edificio gris, a la mesa de los estrategas, y esperándome, vi al enemigo vestido de una roja mujer.

Sin embargo, no tuve tiempo de atenderla, dándole la espalda empecé a correr, soñando despierta en la difícil tarea de los hombres para evitar corromper la esencia de sus propios corazones. Entonces, el patrón me dijo: Tu corazón —no necesitas el mío— te mostrará la maldad de los impíos. No he vuelto a ver el libro rojo de letras doradas que promete a los malvados, la absolución de Dios. La roja mujer, me hizo invisible a esos hombres, pero también me hizo invisible a Dios, acaso exista.