Tu nombre, ayer amé tu nombre.
Hoy no quiero jugar contigo al amor y al odio.
Es estúpido como amar tu nombre.
Tan estúpido, como los gallos, tus botas y tus ojos, o como mi insoportable miedo a madurar.
Como el destino que hoy nos aleja porque ya que amas mí nombre, yo ya no quiero jugar.