Y en medio de la hoguera
¡La bruja!.
El hechicero aparece
-la ama con complicidad-,
la besa y observa.
¡El veneno del pueblo repudia la verdad!
-los retuerce en cólera-,
el instinto de la víbora muerde su alma
pero nada la hace temblar.
Su silencio inflexible, arbitrario
despierta injurias y palabrerías
en las zorras,
los hombres llenos de envidia
hablan por despecho
mientras ella inmóvil arde en la hoguera
sonriendo indiferente a la estupidez.