No he perdido tu nombre,
sólo he ganado soledad.
Me asfixio sin asfixiarme,
el sentimiento muere
porque es un hábito.
Contaban de una mujer encantada
que del hombre absorbía amor
para después dejarlo vacío.
La mujer tiene un secreto:
-regalo que le ha hecho Venus-
un diamante de la Luna
tiene por corazón;
canela su piel;
observa, hechiza y es cruel;
su sonrisa es miel y hiel.
Cuando aparta a su víctima
despierta en él su ego herido
y a pesar del encanto
carga con todas las maldiciones
pero amor herido aún es amor
por eso vive.
Le han prometido las estrellas
-que ya tiene-
la luna, que en sueños posee.
Le han prometido...
Princesa encantada o bruja hermosa,
hechiza al hombre con frialdad
lo congela y lo estrella
convirtiendo su corazón
en un niño frágil.
Ahora no encuentra calor
en brazos algunos,
de él derrite su mirada
bebe su amor honesto
o su desamor
a veces sólo su lujuria,
esto le place a la bruja
pues la crece ante el deforme espejo
de su realidad.
Hechicera hermosa,
prisionera del miedo,
no entiende lo sublime
del verdadero amor.
Ha llorado,
pero jamás ha perdido
y espera, sin prisa
bebiendo del hombre-niño sus penas,
amando a cada uno por instantes.
Así sigue hasta el día de hoy,
esperando al hechicero que rompa el encanto.